La ecolocalización en humanos es una técnica de percepción de los sentidos que determinada gente posee, con lo que pueden interpretar las ondas acústicas reflejadas por determinados objetos cercanos.
La ecolocalización consiste en la emisión de sonidos impulsivos o cortos y la posterior interpretación del cambio de sonido al ser reflejada la onda al chocar con determinados obstáculos. Dichas variaciones acústicas nos dan una valiosa información del ambiente donde estamos (influencia acústica).
Un ser humano bien entrenado puede identificar la posición y en ocasiones la dimensión de los objetos próximos que le rodean. Usan esta información para hacer una imagen espacial de su entorno. A pesar de ello, como las personas sólo podemos emitir sonidos de frecuencias medias o bajas únicamente podemos imaginar cuerpos de gran tamaño.
Por el contrario algunos animales como los murciélagos pueden emitir sonidos de alta frecuencia y consiguen visualizar objetos pequeños como las moscas o mosquitos. La ecolocalización en seres humanos se empezó a investigar en los años mil novecientos cincuenta y era definida como la visión facial.
La ecolocalización es usada por algunos invidentes para orientarse dentro de su ambiente. Crean sonidos con los bastones o con la boca y así pueden andar con mucha normalidad o incluso montar en bicicleta.
El oído y la vista tienen en común que ambos captan las ondas reflejadas de energía. El sistema auditivo procesa las ondas acústicas o sonoras reflejadas en las superficies, llamados ecos y la visión procesa las ondas reflejadas luminosas en las superficies. Los dos sistemas obtienen la información del ambiente descifrando la energía reflejada. Mediante los sonidos reflejados o ecos podemos obtener una información espacial muy detallada y compleja, nos pueden indicar qué tipo de objetos nos rodean, su forma, su dimensión y densidad.
Con mucho entrenamiento, se puede llegar a diferenciar entre una pared de diferentes materiales como; cerámica, piedra, vidrio o la entrada de una cochera con una puerta de cristal. El reflejo acústico de una señal conocida, una palmada, nos llega de diferente forma. Las superficies de los materiales absorben diferentes frecuencias en función del tipo de material con que esté construido. Con mucho entrenamiento, el cerebro memoriza estos patrones de absorción acústica e identifica las superficies y sus dimensiones.
David dice
Qué curioso!!
Os sigo en Twitter chicos buen trabajo!
Vicente Sau dice
Gracias por seguirnos David. Saludos.